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Hace mucho que me cansé de educar

Escucho a una chica joven hablar con su novio, otro joven,su pareja de varios años, ambos no pasan los 25 años y ella le habla lentamente, como una madre a un niño de 5 años, le dice como debe hacer algo y en su tono de voz hay condescendencia, paciencia y un cierto aire de orgullo y firmeza al sentir que está educando a ese muchacho, que al parecer no sabe o no entiende como hacer ciertas cosas.

La oía y pensaba en mí misma hace algunos años atrás, y me cuestioné ¿También fui una mujer-madre con mis parejas? Y sí, me respondí a mi misma afirmativamente : también fui así. En una época también fui educadora de hombres, bueno, era educadora de idiomas y quizás me tomé mi rol demasiado en serio, no hice el distingo entre educar jóvenes y pensar que tenía también que educar a quienes me rodeaban, probablemente le asigné un valor a dicha conducta, probablemente me levantaba el ego el saber que alguien aprendía algo de mí… Volviendo al tema pareja sí, yo también alguna vez sentí que era necesario (casi una ley en países latinoamericanos) el tener que enseñarle algo a un hombre : a comportarse, a hacer las cosas, a decir esto o lo otro, a «ayudarlo» en suma : a transformarlo, todo desde una visión demasiado compasiva y diría hasta desequilibrada pues, una pareja supone ser un «par» un semejante, alguien similar, dos adultos. Alguna vez escuché a alguna feminista decir que las mujeres debemos y deberíamos ya dejar de lado ese rol de «educadoras» que nos ha sido asignado por la sociedad y cuando la oí, me hizo sentido, pero igual me costó mucho entenderlo en la practica puesto que, como mencione antes, soy «educadora» de profesión y generar ese cambio suponía «traicionar» mi noble carrera, mi «vocación», mi ideal de vida, un poco verme destrozar el propio altar en el que me coloqué como mujer importante cumpliendo un rol trascendente y valioso…

Empecé con derribar la idea de EDUCAR , cuestionándome ¿Qué es educar? ¿Por qué y para que educar? ¿A quién educo y cómo? ¿Qué formas de educar existen? ¿Son validas todas? ¿Qué tan valiosa puede ser mi labor en realidad? Y finalmente ¿Sirve la educación realmente para algo? ¿Despierto realmente el deseo de aprender a los demás o mis educandos permanecen allí como simples oyentes fingiendo haber comprendido algo, cuando en realidad no comprendieron nada sea por el motivo que fuese? ¿Merecen las personas ser educadas? ¿Debería educar a un hombre adulto que supone ser mi compañero? Si educar supone hacer sacar lo mejor de ti y convertirte en un ser autónomo, estoy logrando eso? ¿Estoy logrando forjar seres en su procesos de individuación o estoy generando apegos y personas que solo me siguen en una relación y no cuestionan nada ni generan cambios reales en si mismos? Pensé en todas esas frases que escuché de boca de mujeres viejas que decían cosas como que a los hombres hay que enseñarles, que saben poco, que necesitan mujeres que los guíen, que los lideren, que necesitan una mujer que les de tal o cual cosa… y yo pensaba ¡Un momentito! ¡Están describiendo a una madre abnegada que ama incondicionalmente! ¡Y no , yo nunca fui ni quise ser eso! Es una forma de pensar tan interiorizada el de la mujer latina madre- educadora – esposa/pareja que son las mismas mujeres quienes nos empujamos a conducirnos por la vida como asistentes y conductoras de hombres adultos!

Vuelvo a la imagen de la chica de 25 años, educando a su novio, vuelvo a escuchar su tierna y condescendiente voz, me genera una sensación de ternura y vacío a la vez, Me veo a mi misma a los 25 años educando a mi novio, sufriendo porque nunca «aprendía», me veo a mi misma a los 37 años educando a mi ex esposo impotente y cansada. Me veo hoy a los 47 años sin ninguna gana de educar a nadie: ni de decirle que hacer, ni como vivir, ni que pasos dar, ni como debe o debería tratarme. Pensé en que pérdida de tiempo, de energía de vida….Es sumamente desgastante, agotador y no. No quiero enseñar más, no quiero dar más y demás. Nunca quise ser madre biológica y mucho menos ser madre de adultos- niños que no se saben relacionar con una mujer madura, integra y adulta.

Educar es una trampa, sobre todo para las mujeres.

Finalmente entendí y me liberé de la «Corona de papel» del rol «Educadora» que me asignó la sociedad. No más educandos, no más educadora de nadie.

Autor:

Viajera, amante de los gatos, silenciosa, solitaria, soñadora, tarologa, autodidacta, fotógrafa amateur, peleadora de muay-thai.

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